La maravillosa historia del español by Instituto Cervantes

La maravillosa historia del español by Instituto Cervantes

autor:Instituto Cervantes
La lengua: spa
Format: epub
editor: Grupo Planeta
publicado: 2015-09-27T16:00:00+00:00


Portada de los Estatutos de la Real Academia Española (1715)

Por otro lado, Fernández Pacheco conoció bien otras iniciativas europeas que le sirvieron de inspiración conforme su tertulia iba consolidándose. Una de ellas fue la Accademia della Crusca de Florencia, creada en 1583 con el fin de conservar la pureza de la lengua vulgar florentina y de separar, en asuntos lingüísticos y estilísticos, «el grano de las granzas». Esta academia había publicado en 1612 el Vocabolario degli Accademici della Crusca, construido sobre la lengua de Dante. En Francia, por su lado, existía la Academie Française, fundada en 1634 por el cardenal Richelieu y que en 1694 publicó la primera edición de su Dictionnaire de l ’ Academie Française. Richelieu fue el primero que apreció la trascendencia política de una academia bajo la autoridad real, capaz de oficializar una lengua al servicio del Estado absolutista; y así fue como una tertulia literaria se convirtió en organismo oficial para la normalización y perfeccionamiento de la lengua francesa.

Vemos, pues, que los antecedentes españoles y europeos sugerían distintas formas de canalizar las inquietudes de los intelectuales aglutinados en torno al marqués de Villena. A la vez, en ellos hubo una sincera preocupación por el estado de postración en que había caído la literatura de España y por la artificial complejidad en que parecía haberse instalado la lengua escrita, factores implicados en la pérdida de prestigio del español en Europa. Así es como se conformó el proyecto de crear una Academia centrada en fijar la forma de la lengua y en propiciar su adecuado uso y enseñanza. El modelo de la academia francesa y la cercanía que el propio Fernández Pacheco y otros miembros de la tertulia primigenia mantenían con la Casa Real aconsejaron solicitar la protección de la corona, que finalmente se concedió, mediante Real Cédula, el 3 de octubre de 1714.

La falta de un diccionario español equiparable al de la Crusca para el italiano o al de la Academie para el francés hizo que en la fundación de la Academia se decidiera «ordenar un diccionario, abundante de voces, autorizadas con ejemplos de los mejores autores, claro en la explicación, fácil en el uso». Así se explica en el prólogo del diccionario conocido como Autoridades, nombre debido al uso de citas de los mejores autores como ilustración de las entradas. Para la redacción de la obra se tuvo muy en cuenta el antecedente del Tesoro de Sebastián de Covarrubias (1611), pero el nuevo proyecto iba más allá. Con el fin de hacer el diccionario más manejable y de revisar algunas decisiones tomadas para la primera edición, se público en 1780 el Diccionario de la lengua castellana, conocido como Usual, que apareció desprovisto de la cita de autoridades. En esta edición, se incluyen voces provinciales procedentes de doce regiones peninsulares, con lo que el concepto de «provincialismo» quedó asumido desde muy pronto por la lexicografía académica.

Como labor previa a la confección del diccionario, la nueva Academia tuvo que afrontar un reto extraordinariamente complejo, aunque con apariencia



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